Follow this blog with bloglovin

Follow En el nombre del karma

lunes, 24 de septiembre de 2012

El cuento de la musa que se perdió por el camino


Suele pasar que cuando uno está estancado decide hacer una pausa, respirar hondo y tomar ejemplo de alguien experto en el tema. Humildemente, abandonas el bolígrafo y agachas la cabeza entre las páginas de un libro cualquiera.
Y sí, la inspiración se encuentra trabajando (que sí, que lo mejor viene hacia el final de la hoja, cuando la mano se cansa de escribir a la velocidad a la que surgen las palabras en el rinconcito creativo del cerebro, tan rápido que deforma una caligrafía inconsistente de serie). Pero el trabajo también consiste en darle de comer al alma a través de las palabras de otro.

Y hay otros, o sea personas, que escriben sencillo, fácil de tragar pero de forma delicada, jugando con las palabras, continente y contenido, con la habilidad de un mago. Y mientras los lees, algo hace clic en tu interior y aparecen miles de ideas geniales cuyo grado de genialidad disminuye poco a poco, a la par que el grado de inseguridad y las nubes de preguntas crecen.
Esas preguntas que todo escritor teme o debería temer...


















A la vez, empiezas a pensar si eso que se te ocurre no lo has visto ya en alguna parte, si se enciende la alarma del ¡PLAGIO! y de la ¡Idea trillada! o sólo es inspiración bien entendida.
Decides dejar el libro fuente a un lado y consigues dormir con un come come constante después de haber tragado páginas y páginas que ahora tu mente trata de digerir, reorganizar y... como un monito en la selva, saltan de liana en liana asociándose a nuevas ideas veladas por el sueño y el ya lo escribiré mañana.

Luego, al día siguiente frente al papel en blanco, quizá no encaja nada, ni cuaja ni cuadra. A veces hay suerte y aparece algo distinto a la idea original pero sorprendentemente "apañao", pero otras, exprimes y exprimes---pero ná de ná.. 
De todos modos, un día tras otro hay que sentarse frente a ese papel en blanco que nos mira descaradamente y se comunica con la voz interior autodestructora en un diálogo de locos:

  • Hoy no es su día
  • Desde luego que no.
  • Quizá mañana escriba algo sin sentido pero bonito.
  • Quizá no.
  • ¿Qué quiere que le diga?
  • Dígale cada día: Vuelva usted mañana
  • ¿Hasta cuándo?
  • Hasta que tenga algo que contar.


    2 autores que tuvieron la culpa de escribir algo raro...por llamarlo de algún modo.
    En este caso, los prejuicios no serán bienvenidos. Déjenlos en la puerta, por favor.

    - Nuria Roca: Los caracoles no saben que son caracoles y Para Ana (de tu muerto)
    - Risto Mejide: El sentimiento negativo y El pensamiento negativo

No hay comentarios:

Publicar un comentario